Novena al "Amor Misericordioso"

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria (para todos los días)
Jesús mío, grande es mi dolor, viendo que he tenido la desgracia de ofenderte tantas veces, pero Tú con corazón de Padre, no sólo me has perdonado, sino que me invitas a que te pida lo que necesito, con tus palabras: «pedid y recibiréis». Lleno de confianza, me acojo a tu Amor Misericordioso, para que me concedas lo que solicito en esta novena y sobre todo la gracia de reformar mi conducta y en adelante acreditar mi fe con mis obras, viviendo según tus preceptos y arder en el fuego de tu caridad.

Meditación sobre las primeras palabras del Padre nuestro. Padre. Es el título que corresponde a Dios, porque le debemos el ser natural recibido en la creación; el sobrenatural de la gracia, con el que nos hace hijos adoptivos; y quiere que le llamemos Padre, para que como hijos le amemos, obedezcamos y reverenciemos; y para despertar en nosotros los afectos de amor y confianza de que alcanzaremos lo que le pedimos. NuestroPorque no teniendo Dios más que un Hijo natural, por su infinita caridad, quiso tener muchos adoptivos a quienes comunicar sus riquezas; y para que teniendo todos el mismo Padre y siendo hermanos, nos amásemos los unos a los otros.

Petición (para todos los días)

Jesús mío, a Ti acudo en esta tribulación. Si Tú quieres usar de tu clemencia con esta miserable criatura tuya, triunfe tu bondad y por tu amor y misericordia perdona mis culpas y aunque indigno de conseguir lo que te pido colma mis deseos, si ha de ser para gloria tuya y bien de mi alma; en tus manos me pongo, haz de mí según te agrade.

(Pidamos la gracia que deseemos obtener en esta Novena).

Plegaria

Jesús mío, sé Tú mi Padre, el guarda y guía en mi peregrinación, para que no sea perturbado, ni yerre el camino que a Ti conduce. Y Tú, Madre mía, que con tus delicadas manos criaste y cuidaste al Buen Jesús, edúcame y ayúdame en el cumplimiento de mis deberes, conduciéndome por las sendas de los mandamientos y di por mí a Jesús: “Recibe a este hijo, yo te lo recomiendo con toda la insistencia de mi maternal corazón”.


Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Meditación                      2º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «Que estás en los cielos». Decimos que estás en los cielos, porque aunque Dios está en todo lugar, como Señor del cielo y de la tierra, la consideración del cielo, nos mueva a amarle con mayor reverencia y viviendo en esta vida como peregrinos, aspiremos a las cosas celestiales.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

Jesús mío, sé que Tú levantas a los caídos, sacas de la cárcel a los presos, no desprecias a ningún afligido y miras con amor y misericordia a todos los necesitados. Por esto, te ruego me oigas, pues estoy necesitado de tratar contigo de la salud de mi alma y de recibir tus saludables consejos. Me espantan mis pecados, Jesús mío, me avergüenzo de mis ingratitudes y desconfianzas; y tengo gran temor del tiempo que me diste para obrar el bien y que yo lo he malgastado, y lo que es peor, ofendiéndote.

A Ti, Señor, acudo, que tienes palabras de vida eterna.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Meditación                     3º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «Santificado sea tu nombre». Es lo primero que hemos de desear, lo primero que hemos de pedir en la oración, la intención que debe presidir todas nuestras obras y acciones; que Dios sea conocido, amado, servido y adorado, y a su poder se sujete toda criatura.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

Jesús mío, ábreme las puertas de tu piedad; imprime en mí el sello de tu sabiduría, véame libre de todo afecto no lícito, y haz que yo te sirva con amor, alegría y sinceridad y que confortado con el suave aroma de tu divina palabra y de tus mandamientos, vaya siempre adelantando en virtudes.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Meditación                         4º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «Venga a nosotros tu reino».

En esta petición pedimos: que venga a nosotros o nos dé el reino de su gracia y de los favores del cielo, como el de los justos; y el reino de la gloria donde El reina pacíficamente con los bienaventurados, y por tanto pedimos también el término del reino del pecado, del demonio y de las tinieblas.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

 

Señor, ten misericordia de mí y hazme a la medida de tu corazón. Ten misericordia de mí, Dios mío, y líbrame de todo lo que me impide llegar a Ti, y haz que en la hora de mi muerte, no oiga mi alma una sentencia terrible, sino las saludables palabras de tu voz: «Ven, bendito de mi Padre» y alégrese mi alma con la vista de tu rostro.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.


Meditación                      5º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo». Aquí pedimos, que la voluntad de Dios se haga en todas las criaturas con perseverancia y fortaleza, con pureza y perfección, y cumplirla por cualquier modo y vía que se conozca.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

Dame, Jesús mío, una fe viva y haz que cumpla fielmente tus divinos mandamientos, y que lleno mi corazón de tu amor y caridad, corra por el camino de tus preceptos. Hazme gustar la suavidad de tu Espíritu y tener hambre de cumplir tu divina voluntad, para que siempre te sea acepto y agradable mi pobre servicio.

Bendígame, Jesús mío, la Omnipotencia del Padre. Bendígame tu Sabiduría. Deme su bendición la benignísima caridad del Espíritu Santo y me guarde para la vida eterna.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Meditación                      6º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «El pan nuestro de cada día dánosle hoy». Aquí pedimos, el Pan excelentísimo que es el Santísimo Sacramento; el sustento ordinario de nuestra alma, que es la gracia; los Sacramentos y las inspiraciones del cielo. El sustento necesario para conservar la vida del cuerpo, la cual debe procurarse con moderación.

 

Llamamos nuestro el Pan Eucarístico, porque se ordena a nuestra necesidad y porque nuestro Redentor se nos da a Sí mismo en la Comunión. De cada día le llamamos, para demostrar la dependencia ordinaria que de Dios tenemos en todo, en cuerpo y alma, en cada hora y en cada momento. Diciendo dánosle hoy, ejercitamos un acto de caridad, pidiendo para todos los hombres y sin ambiciones del mañana.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

Jesús mío, Tú que eres fuente de vida, dame a beber del agua viva que mana de Ti mismo, para que gustando de Ti, no tenga sed más que de Ti; anégame todo en el abismo de tu amor y misericordia y renuévame con tu Preciosísima Sangre, con la cual me has rescatado; lávame con el agua de tu santísimo costado todas las manchas, con que afeé la hermosa vestidura de la inocencia que me diste en el bautismo.

Lléname, Jesús mío, de tu Santo Espíritu y poséeme limpio de cuerpo y alma.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Meditación                      7º día de la Novena

Oración Preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores». Pedimos a Dios nos perdone nuestras deudas, éstas son: los pecados y las penas debidas por ellos, pena enorme que nunca podremos pagar, sino con la sangre del Buen Jesús, con los talentos de gracia y naturaleza que hemos recibido de Dios y todo lo que somos y tenemos.Y nos comprometemos en esta petición a perdonar a nuestros prójimos las deudas que tienen con nosotros, no vengándonos sino olvidándolas, como son las injurias y ofensas que nos han hecho; y respecto a esto, Dios pone en nuestras manos el juicio que se ha de hacer de nosotros; pues si perdonamos, nos perdonará y si no perdonamos a los demás, no nos perdonará El.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

Jesús mío, sé que Tú llamas a todos sin excepción, habitas en los humildes, amas a los que te aman, juzgas la causa del pobre, te compadeces de todos y nada odias de cuanto tu poder creó; disimulas las faltas de todos los hombres y los aguardas a penitencia, y recibes al pecador con amor y misericordia. Ábreme también a mí, Señor, el manantial de la vida; concédeme el perdón y aniquila en mí todo cuanto se opone a tu divina ley.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.


Meditación 8º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «No nos dejes caer en la tentación». Al pedir al Señor que no nos deje caer en la tentación, reconocemos que El permite la tentación para nuestro provecho; nuestra flaqueza para vencerla; la fortaleza divina para nuestra victoria y que el Señor no niega su gracia a nadie, que hace lo que está de su parte, para vencer a nuestros poderosos enemigos.

Con pedir: “No nos dejes caer en la tentación”, pedimos no contraer nuevas deudas, sobre las contraídas.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

 

Jesús mío, sé Tú el amparo y consuelo de mi alma, sírveme de defensa en toda tentación y cúbreme con el escudo de tu verdad. Sé mi compañero y mi esperanza, defensa y protección contra todos los peligros de alma y cuerpo. Guíame en el extenso mar de este mundo y dígnate consolarme en esta tribulación.

Sírvame de segurísimo puerto el abismo de tu amor y misericordia, y así podré verme libre de las tramas del demonio.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

Meditación 9º día de la Novena

Oración preparatoria (como el día primero)

 

Meditación sobre las palabras del Padre nuestro: «Mas líbranos del mal. Amén». Pedimos que Dios nos libre de todo mal, es decir: de males de alma y cuerpo, eternos y temporales, pasados, presentes y futuros; pecados, vicios y pasiones desordenadas; malas inclinaciones, espíritu de ira y soberbia.

Y lo pedimos por el Amén, con vehemencia, afecto y confianza, puesto que Dios quiere y manda que lo pidamos así.

 

Petición (como el día primero)

 

Plegaria

Jesús mío, lávame con la Sangre de tu divino costado y vuélveme limpio a la vida de tu gracia. Entra, Señor, en mi vil aposento y descansa conmigo; acompáñame en el peligroso camino que recorro para que no me pierda. Alienta, Señor, la flaqueza de mi espíritu y consuela las angustias de mi corazón, diciéndome que, por tu misericordia, no dejarás de amarme un momento y que siempre estarás conmigo.

 

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.