Oración al Espíritu Santo para la realización de los trabajos sinodales

Estamos ante ti, Espíritu Santo, reunidos en tu nombre.

Tú que eres nuestro verdadero consejero:

ven a nosotros, apóyanos, entra en nuestros corazones.

Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta.

Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.

No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.

Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos que nuestras acciones se guíen por perjuicios

y falsas consideraciones.

Condúcenos a la unidad en ti, para que no nos desviemos del camino de la verdad y la

justicia, sino que en nuestro peregrinaje terrenal nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.

Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar, en comunión con el Padre y el Hijo

por los siglos de los siglos. Amén

El sínodo

Al convocar este Sínodo, el Papa Francisco invita a todos los bautizados a participar en este Proceso Sinodal que comienza a nivel diocesano.

 

Juntos, todos los bautizados son el objeto del sensus fidelium, la voz viva del Pueblo de Dios. Al mismo tiempo, para participar plenamente en el acto de discernimiento, es importante que los bautizados escuchen las voces de otras personas en su contexto local, incluidas las personas que han dejado la práctica de la fe, las personas de otras tradiciones de fe, las personas sin creencias religiosas a través de preguntas que podemos responder con toda libertad.

 

Se debe tener especial cuidado en hacer participar a aquellas personas que corren el riesgo de ser excluidas: las mujeres, las personas con discapacidades, los refugiados, los migrantes, los ancianos, las personas que viven en la pobreza, los católicos que rara vez o nunca practican su fe, etc.

Vademecun del Sínodo

Estamos en Camino y es importante saber como caminar y que nos vamos a encontrar en nuestro recorrido. Participación, Comunión y Misión son fundamento para poder realizar este proceso de manera adecuada y enriquecedora. Libertad para poder manifestar inquietud en y apertura a las nuevas realidades y necesidades del Mundo. Todo nos irá ayudando a trabajar y hacer que nuestra comunidad pequeña de Santa Eulalia de Mérida tome conciencia dela universalidad dela Iglesia partiendo de nuestra propia diócesis de Madrid.

El Vademecun que os presentamos y podéis descargaros aquí es una forma de crecer y de participar más plenamente sabiendo que es lo que busca el Sínodo y como podemos colaborar de manera eficaz.

Caminar juntos es vital para la Iglesia


Caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite inter-
pretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y
ser siervos de la vida en este tiempo herido. Respiración y paso sinodal revelan lo que somos
y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones. Solo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la misión de la Iglesia en el mundo de hoy; solo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el recorrido realizado y decididos a continuarlo con parresia». (FRANCISCO, Discurso en la apertura de los trabajos de la 70 Asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana)

Carlos Osoro Sierra Carta pastoral Dame de beber.
"A la misión desde la sinodalidad En este curso pastoral, cuando se nos está invitando a salir
todos juntos a anunciar el Evangelio y hacerlo desde el kairós de la sinodalidad, os invito a
sentir el gozo de la misión, realizándola como la Iglesia la entendió desde el inicio. La Iglesia
tiene una forma muy determinada de vivir y de obrar: reunidos, unidos, en comunión, cami-
nando juntos y participando todos en la misión evangelizadora.
El concepto de sinodalidad hemos de vivirlo referido a la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. La sinodalidad nos muestra y nos alienta a no olvidar el carácter peregrino de la Iglesia.

La sinodalidad "método de la Iglesia" (BENEDICTO XVI, Homilía en la Misa de inauguración de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe)
«Los jefes de la Iglesia discuten y se confrontan, pero siempre con una actitud de religiosa escucha de la palabra de Cristo en el Espíritu Santo. Por eso, al final pueden afirmar:
"Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros..." (Hechos 15,28). Este es el "método" con que actuamos en la Iglesia, tanto en las pequeñas asambleas como en las grandes. No es sólo
una cuestión de modo de proceder; es el resultado de la misma naturaleza de la Iglesia, misterio de comunión con Cristo en el Espíritu Santo. »

Espiritualidad de comunión (JUAN PABLO II, Novo Millenio ineunte 43)
«Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: Antes de programar iniciativas
concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano... Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el
rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Espiritualidad de la comunión significa,
además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y,
por tanto, como «uno que me pertenece», para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un «don para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin, espiritualidad de la comunión es saber «dar espacio» al hermano, llevando mutuamente la
carga de los otros (cf. Gálatas 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias.
No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento.»

«El discernimiento comunitario implica la escucha atenta y valiente de los «gemidos del
Espíritu» (cfr. Romanos 8,26) que se abren camino a través del grito, explicito o también mudo, que brota del Pueblo de Dios: «escucha de Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos lla-
ma» (Francisco, Discurso durante el encuentro para la familia). Los discípulos de Cristo deben
ser «contemplativos de lPalabra y también contemplativos del pueblo» (Francisco, Evangelii gaudium154). El discernimiento se debe realizar en un espacio de oración, de meditación, de reflexión y del estudio necesario para escuchar la voz del
Espíritu; mediante un diálogo sincero, sereno y objetivo con los hermanos y las hermanas,
atendiendo a las experiencias y problemas reales de cada comunidad y de cada situación; en
el intercambio de los dones y en la convergencia de todas las energías en vista a la edificación del Cuerpo de Cristo y del anuncio del Evangelio; en el crisol de la purificación de los afectos y pensamientos que permite entender la voluntad del Señor; en la búsqueda de la liberación evangélica de cualquier obstáculo que pueda impedir la apertura al Espíritu.» (Comisión teológica internacional, La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia 114)

La sinodalidad en la vida parroquial
La parroquia es la comunidad de fieles que realiza en forma visible, inmediata y cotidiana el
misterio de la Iglesia. En la parroquia se aprende a vivir como discípulos del Señor en el interior de una red de relaciones fraternas en las que se experimenta la comunión en la diversidad de las vocaciones y de las generaciones, de los carismas, de los ministerios y de las competencias, formando una comunidad concreta que vive en sólido su misión y su servicio, en la
armonía de la contribución específica de cada uno. En ella se prevén dos estructuras de perfil
sinodal: el Consejo pastoral parroquial y el Consejo para los asuntos económicos, con
la participación laical en la consulta y en la planificación pastoral.» (Ibidem 83-84)