Única Familia Religiosa

El Papa Francisco recibe a los Gobiernos Generales de la la Familia del Amor Misericordioso y a la Coordinadora Internacional de A.L.A.M.

El día 16 de marzo de 2022, el Papa Francisco ha recibido en Audiencia Privada a los miembros de los Consejos Generales de las Esclavas e Hijos del Amor Misericordioso así como a la coordinadora Internacional de la Asociación de Laicos del Amor Misericordioso.

 

Una inmensa alegría se ha adueñado de todos nuestros hermanos y hermanas cuando han tenido oportunidad de saludar y recibir la Bendición del Santo Padre para hacérsela extensible a todos los miembros de la Familia Religiosa.

 

El servicio a la Iglesia divulgando el Amor misericordioso es una necesidad actual urgente que no puede abandonarse en estos tiempos que nos toca vivir. La atención a los sacerdotes y a los más necesitados debe ser una labor continua que se actualice viendo nuevas oportunidades de acción y servicio.

Una Misma Familia

La familia, célula fundamental, principal estructura para comprender las relaciones humanas y cristianas, es indis­pensable y central para entender y vivir nuestro carisma.

 

Las referencias modélicas son: la Familia Trinitaria, la fa­milia de Nazaret, Jesús y los suyos, la Iglesia universal y particular, la familia fundamentada en el matrimonio cristiano. Nuestra Familia religiosa, con su peculiar mo­do, se inspira en estos modelos.

 

En nuestro caso no son los vínculos de la carne y de la sangre en los que se basan nuestras relaciones familiares, si­no en algo mucho más fuerte: el Amor Misericordioso del Señor que hemos recibido como hijos, que intercambia­mos entre nosotros fraternalmente y testimoniamos a to­dos los hombres.

 

Al mismo tiempo que necesitamos aprender de la Iglesia a ser familia en sentido evangélico, queremos con nuestro carisma ser cada vez más Familia que visibiliza el Amor Misericordioso en la Iglesia y en el mundo.

 

Nuestra Familia religiosa desea encarnar esta comunión, subrayando la experiencia de «ser una misma familia», «una misma cosa», como quería Jesús (cf Jn 17,21).