"Es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más alto. Es necesario que sigan a Cristo" (Juan Pablo II)

Construyendo el amor Conyugal

Este movimiento dirigido a la Pastoral Familiar ha sido creado por el Sacerdote Argentino D. Ricardo E. Facci preocupado por las familias que conforman nuestra sociedad y que deben ser Iglesia Domestica donde se viva el germen del Amor trinitario expresado en la Sagrada Familia de Nazaret donde se cuide el amor mutuo entre los esposos y hacia lo hijos.

¿Por qué en nuestra parroquia?

Es indudable que una de las mayores preocupaciones que deben existir en nuestra parroquia hoy y que se presenta como reto para toda la sociedad, por las consecuencias que conlleva para todos, es la vida de los esposos y la creación de un espacio familiar adecuado para que nuestros pequeños puedan vivir un ambiente de amor y seguridad propio de un padre y una madre que se amen y crezcan, en unión dentro de su ser como unión conyugal. También para todos aquellos que aspiran a poder vivir su matrimonio como lugar de encuentro con Dios y de comunión de vida.

 

Esta es la razón por la que vemos adecuado dar un espacio a las parejas a que reflexionen y profundicen sobre elementos que les ayuden a crecer en madurez, armonía, escucha, comunicación y todos aquellos dones que el Espíritu Santo concede a los que recibiendo el Sacramento del Matrimonio quieren ver crecer su amor.

¿Cuándo nos vamos a reunir?

Las reuniones tendrán lugar a partir del 30 del mes de septiembre y estas se realizarán, en principio, los sábados por la tarde, hacia las 19:00 para facilitar el encuentro a las familias que deseen participar. Intentaremos que haya un servicio de guardería. Habrá una familia de la parroquia que coordinará este movimiento. Se usarán unos temas propios de este movimiento que han sido ya leídos y examinados por los sacerdotes de la parroquia y considerados muy adecuados.

"El testimonio de una pareja abierta es para los demás matrimonios un mensaje siempre nuevo;

y si es vivido en plenitud, puede devolver la esperanza a aquellas parejas que sufren el inevitable desgaste del tiempo"

Conoce un poco más este movimiento nuevo que se hace presente en la parroquia al servicio de las familias

Espiritualidad

Cristocéntrica: Cristo Vivo tiene espacio en cada comunidad, familia, persona, como centro y eje, permitiendo que Él sea quien tome las decisiones comunitarias, familiares y personales. Cada uno frente a sus opciones se pregunta, "¿qué haría Cristo en mi lugar?" De este modo se realiza un proceso de maduración del corazón y la mente en el cual nuestro corazón ame lo que ama el Señor y nuestra mente piense como piensa Jesús.

Amor a la Familia: Se ama a la familia como signo de gratitud al Padre creador, que hizo al hombre, varón y mujer, para que constituyeran familia, al Hijo que al encarnarse lo hizo en una realidad familiar, y al Espíritu que hace de la Iglesia una familia. Amor por la familia, para que cada Iglesia doméstica, a través de una profunda espiritualidad la haga desembocar en una Vida de santidad.

Amor y Apertura a la Iglesia: Cultivando un corazón dispuesto a amar a la Iglesia como la Esposa de Jesús, como la familia de la cual todos somos miembros, para servirla en sus diferentes realidades y circunstancias. Humildad: Pidiendo al Señor que regale y acreciente este don, ya que es la llave que genera en lo más íntimo del corazón el hueco para el huésped que es Jesús. Alegría: Don de Dios que expresa y manifiesta la presencia del huésped, Cristo Jesús, en lo más íntimo de la vida del cristiano.

Santidad: "La voluntad de Dios es que todos se hagan santos" (1Tes 4, 3). Hemos sido creados para algo grande, para ser santos. La santidad no es un lujo para pocos, sino el deber de todos. La santidad es una decisión firme, heroica, que nos conduce a abandonarnos por completo en Cristo, en la búsqueda de realizar la voluntad de Dios con alegría.

Vida comunitaria: A la luz de la comunión trinitaria y, por ende, de la vida familiar, se cultiva entre los miembros el llegar a tener "un solo corazón y una sola alma"(Hech 4, 32). La vida comunitaria se realiza con la certeza de que Cristo Vivo es quien nuclea, une y crea la comunión fraterna (cfr Mt 18, 20). Misioneros: Respondiendo al mandato misionero del Señor: "vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos" (Mt 28, 19), precediéndolo en todas las ciudades y familias, hasta el confín de la tierra.

Sagrada Familia: En Jesús, María y José, se encuentra la posibilidad de descubrir razgos concretos aplicables a la vida familiar y comunitaria, especialmente por la presencia de "Jesús en medio" y por la búsqueda permanente de la realización de la voluntad de Dios. María: Cultivamos la devoción de María bajo la advocación de "María, Reina de las familias, Reina de nuestro hogar", disponiendo el interior personal, la vida del hogar y de la comunidad, para que ella pueda penetrar e introducir a su Hijo para que reine, gobierne y decida volviendo a expresar las palabras de las bodas de Caná: "hagan todo lo que Él les diga" (Jn 2, 5).

 

¿Quiénes somos?

Hogares Nuevos – Obra de Cristo es una Asociación Privada Internacional de Fieles de Derecho Pontificio fundada en Argentina el 24 de octubre de 1982 por el Reverendo Padre Ricardo Enrique Facci, con el fin de contribuir a dar respuesta a la llamada del Beato Papa Juan Pablo II contenido en el n 86 de la Exhortación Apostólica post – sinodal Familiaris Consortio: “Deben amar de manera particular a la familia”.


Es aprobada por el Consejo Pontificio para los Laicos, el 24 de octubre de 2008. Hogares Nuevos – Obra de Cristo, lleva este nombre por su misma espiritualidad Cristocéntrica. Es Cristo, autor, artífice y centro de esta Obra. Es Cristo quien hace nuevos a los hombres y a todas las cosas.


Él hace nuevos los hogares, sean estos las familias o las comunidades de consagradas o sacerdotes que son verdaderas familias en las cuales, al igual que en cada Iglesia Doméstica, se vive con la presencial real de Cristo en medio.


El fin de la Obra es que sus miembros alcancen la santidad en la obediencia al Evangelio, siguiendo a Cristo como Guía, Maestro y Señor de sus vidas y que sus familias y comunidades vivan, en su interior, la presencia real de Cristo, unidos plenamente a Él, para ser sus testigos y ser fructíferos en la misión.


Dicha Obra, está constituida por: el Movimiento “Hogares Nuevos”, el cual es un movimiento de iglesia, al servicio de los matrimonios, además ayuda al mismo a descubrir y vivir la propia vocación y misión. También crea comunidades de apoyo mutuo y de integración parroquial, para que surja un clima que favorezca el crecimiento del matrimonio.


Movimiento “Hijos de Hogares Nuevos”, nuclea a los hijos de los matrimonios del Movimiento “Hogares Nuevos”, a través de una serie de encuentros y de un seguimiento concreto. Los encuentros se fundamentan en tres pilares soy hijo, formaré una familia y em encuentro con Cristo. Este movimiento se encuentra dividido en edades, y llega hasta los 25 años. 


También contamos con comunidades universitarias de “Hijos de Hogares Nuevos” y red de profesionales.


Y los sectores “Misioneras de las Familia”, las mismas son consagradas especializadas en Pastoral familiar. Viven en comunidad y realizan compromiso de pobreza, castidad y obediencia, con un cuarto compromiso de amor a la familia y “Sacerdotes Misioneros de la Familia”, los cuales son dedicados con exclusividad a la tarea evangelizadora de la familia. Viven los consejos evangélicos y se comprometen a promover los valores del amor y de la vida.

El  Fenómeno del Amor

Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos concede para crecer en todas las dimensiones de nuestro ser y para realizar más eficazmente el programa que, al llamarnos cristianos, Él nos ha trazado. Reflexionando sobre la razón de ser del cristianismo en la vida de los miembros de la Iglesia, se presenta la necesidad de que el Evangelio nos inspire a vivir humana y cristianamente las diversas etapas de la vida. Nuestro compromiso con Dios, debe abarcar todas las etapas y todas las circunstancias de nuestra vida. 

 

Un tema de mucha importancia en una de estas etapas, respondiendo a inquietudes e interrogantes que pueden presentarse hoy en día, es el noviazgo. Esa etapa transitoria, pero decisiva en la vida. En plena juventud, se siente dentro de uno mismo el bullir de la vida, con entusiasmos, proyectos e ilusiones, llenos de vigor y frescura. Y en ese bullir un elemento importante es el fenómeno del amor. Parece tan fácil, tan inmediato, el amor... Hoy se valora mucho la espontaneidad, la sinceridad, la inmediatez en las relaciones humanas, y especialmente entre los jóvenes. Hay en ello un valor innegable. Pero con frecuencia se mezcla con ese valor un grave defecto: la superficialidad.

 

El amor, se dice, es un impulso espontáneo: hay que dejarse llevar por el amor... y se da por descontada la plena felicidad. Y, sin embargo, ¡cuántos fracasos! ¡cuántos matrimonios rotos apenas al nacer! Cada día son más frecuentes las separaciones y los divorcios, es decir los fracasos, provocados incluso por nimiedades. No, no es fácil el amor, el amor verdadero, el que dura y hace feliz. Se toma a la ligera, como algo descontado: se fundan hogares sobre arena, y a la menor tormenta todo se viene abajo. Hay un proverbio ruso que dice: “Hay que pensarlo bien antes de iniciar un negocio, dos veces antes de ir a la guerra, tres antes de casarse”. El fallo está muchas veces en eso en que no se piensa, no se prepara el matrimonio, no se va a la escuela del amor... Para aprender a construir casas de piedra se dedican cinco o más años al estudio intenso en una facultad especializada; y se pretende edificar la casa viva del propio hogar con un poco de ilusión y “buena voluntad”, o, peor aún, a base de pasión y sed de aventura.

 

Para prepararse al mundo de los negocios se gastan años enteros entre clases y libros; y se lanzan algunos al negocio de la vida a ciegas, con ligereza pasmosa. Después de la salvación eterna, el negocio más serio y decisivo de un joven es la construcción del propio futuro junto a quien ha de compartir todas sus horas, sus penas y alegrías. Un fracaso en la carrera o en una inversión fuerte es duro y triste; pero siempre se puede uno rehacer.

 

El fracaso en el amor, en la realización de la propia familia, puede teñir de tristeza toda la vidaEscuela del amor. Esto debe ser el noviazgo. La escuela en la que dos jóvenes se conocen a fondo y aprenden a amarse de veras, a desprenderse de sí mismos para darse al todo y dar vida a otros: sus futuros hijos.