Caminar juntos es el camino constitutivo de la Iglesia; la figura que nos permite inter-
pretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y
ser siervos de la vida en este tiempo herido. Respiración y paso sinodal revelan lo que somos
y el dinamismo de comunión que anima nuestras decisiones. Solo en este horizonte podemos renovar realmente nuestra pastoral y adecuarla a la
misión de la Iglesia en el mundo de hoy; solo así podemos afrontar la complejidad de este tiempo, agradecidos por el
recorrido realizado y decididos a continuarlo con parresia». (FRANCISCO, Discurso en la apertura de los trabajos de la 70 Asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana)
Carlos Osoro Sierra Carta pastoral Dame de beber.
"A la misión desde la sinodalidad En este curso pastoral, cuando se nos está invitando a salir
todos juntos a anunciar el Evangelio y hacerlo desde el kairós de la sinodalidad, os invito a
sentir el gozo de la misión, realizándola como la Iglesia la entendió desde el inicio. La Iglesia
tiene una forma muy determinada de vivir y de obrar: reunidos, unidos, en comunión, cami-
nando juntos y participando todos en la misión evangelizadora.
El concepto de sinodalidad hemos de vivirlo referido a la corresponsabilidad y participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y en la misión
de la Iglesia. La sinodalidad nos muestra y nos alienta a no olvidar el carácter peregrino de la Iglesia.
La sinodalidad "método de la Iglesia" (BENEDICTO XVI, Homilía en la Misa de inauguración de la V Conferencia del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe)
«Los jefes de la Iglesia discuten y se confrontan, pero siempre con una actitud de religiosa escucha de la palabra de Cristo en el Espíritu
Santo. Por eso, al final pueden afirmar:
"Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros..." (Hechos 15,28). Este es el "método" con que actuamos en la Iglesia, tanto en las pequeñas asambleas como en las grandes. No es sólo
una cuestión de modo de proceder; es el resultado de la misma naturaleza de la Iglesia, misterio de comunión con Cristo en el Espíritu Santo.
»
Espiritualidad de comunión (JUAN PABLO II, Novo Millenio ineunte 43)
«Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: Antes de programar iniciativas
concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el
hombre y el cristiano... Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el
misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el
rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Espiritualidad de la comunión significa,
además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y,
por tanto, como «uno que me pertenece», para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad.
Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y
valorarlo como regalo de Dios: un «don para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin,
espiritualidad de la comunión es saber «dar espacio» al hermano, llevando mutuamente la
carga de los otros (cf. Gálatas 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de
hacer carrera, desconfianza y envidias.
No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma,
máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento.»
«El discernimiento comunitario implica la escucha atenta y valiente de los «gemidos del
Espíritu» (cfr. Romanos 8,26) que se abren camino a través del grito, explicito o también mudo, que brota del Pueblo de Dios: «escucha de
Dios, hasta escuchar con él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos lla-
ma» (Francisco, Discurso durante el encuentro para la familia). Los discípulos de Cristo deben
ser «contemplativos de la Palabra y también contemplativos del pueblo» (Francisco,
Evangelii gaudium154). El discernimiento se debe realizar en un espacio de oración, de meditación, de reflexión y del
estudio necesario para escuchar la voz del
Espíritu; mediante un diálogo sincero, sereno y objetivo con los hermanos y las hermanas,
atendiendo a las experiencias y problemas reales de cada comunidad y de cada situación; en
el intercambio de los dones y en la convergencia de todas las energías en vista a la edificación del Cuerpo de Cristo y del anuncio del
Evangelio; en el crisol de la purificación de los afectos y pensamientos que permite entender la voluntad del Señor; en la
búsqueda de la liberación evangélica de cualquier obstáculo que pueda impedir la apertura al Espíritu.» (Comisión teológica internacional, La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia 114)
La sinodalidad en la vida parroquial
La parroquia es la comunidad de fieles que realiza en forma visible, inmediata y cotidiana el
misterio de la Iglesia. En la parroquia se aprende a vivir como discípulos del Señor en el interior de una red de relaciones fraternas en las que
se experimenta la comunión en la diversidad de las vocaciones y de las generaciones, de los carismas, de los ministerios y de las
competencias, formando una comunidad concreta que vive en sólido su misión y su servicio, en la
armonía de la contribución específica de cada uno. En ella se prevén dos estructuras de perfil
sinodal: el Consejo pastoral parroquial y el Consejo para los asuntos económicos, con
la participación laical en la consulta y en la planificación pastoral.» (Ibidem 83-84)